El Ayuntamiento de Barcelona busca reducir el número de cruceros que atracan en la ciudad, después de que durante 2023 desembarcaran allí un total de 3.568.000 pasajeros.
Los visitantes llegaron en un total de 803 cruceros, batiendo récords anteriores de esta actividad turística y representando un aumento del 13,7% respecto a 2019, el último año antes de que la pandemia de coronavirus provocara grandes perturbaciones en el sector.
Según informa el diario español El País, la presión que estos turistas ejercen sobre la ciudad es tal que el alcalde socialista de Barcelona, Jaume Collboni, va a negociar con la autoridad portuaria de la ciudad una reducción del número de cruceros que llegan.
“Queremos proponer un nuevo acuerdo con el Port no sólo para discutir el número de terminales, sino principalmente para debatir el número de pasajeros”, afirmó el teniente de alcalde y responsable de Economía y Turismo del Ayuntamiento, Jordi Valls.
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Zona del puerto de Barcelona donde atracan los cruceros.
“Que el número de visitantes crezca un 9% cada año no es manejable para la ciudad”, añadió.
En 2018, la exalcaldesa de la ciudad, Ada Colau, firmó un acuerdo con el Puerto por el que se establecían siete terminales donde atracarían los cruceros, y se eliminaban las zonas para embarcaciones de menor tamaño. Sin embargo, no se impusieron límites al número de turistas que llegaban.
De los casi 3,6 millones de cruceristas que llegaron en 2023, sólo 1.662.000 pernoctaron en la ciudad, según El País. Esto quiere decir que no gastaron nada o poco dinero en hoteles o restaurantes, ni habrán utilizado el aeropuerto.
Se espera que las cifras de visitantes para este año, 2024, sean aún mayores.
Barcelona es uno de los puntos turísticos que, en los últimos años, ha vivido una ola de protestas contra el modelo de negocio del sector.
Los representantes del Ayuntamiento tienen previsto discutir “todo” con el Port de Barcelona, incluso si se debe reducir el número de terminales de cruceros.
“Que nadie se deje engañar, esto no es cuestionar el turismo”, dijo Valls, en comentarios recogidos por El País. “Es una discusión sobre la diversificación económica. Además, no somos la única ciudad que lo está haciendo. Amsterdam, Venecia y Palma de Mallorca ya han implementado medidas de control”.